Como diría un conocido personaje de los 90: volveré. Volveré y además seguiré recomendando la acreditación Sónar PRO, no solo por poder acceder a todas las actividades, varias cuestiones con la palabra “gratis” como ir en guagua (bus) al Sónar de Noche, el café de cápsula o una cerveza al día (hubiese preferido un descuento en las bebidas), el taller para fabricar tu propio sintetizador, poder probar todos los sintes clásicos de Roland o unas gafas de realidad virtual y demás sino también por lo que nos obsequiaban: mochila Adidas-Sónar (perfecta para un portátil de 13” por ejemplo) y llena de compartimentos, un CD de la Red Bull Music Academy, dos revistas DJmag (ediciones española e inglesa), publicidad, descuentos en tiendas online, una gamuza para la pantalla del ordenador, pegatinas, un preservativo, una agenda y un bolígrafo, etc… Vamos, muchos útiles. He de decir que vale la pena con creces.
Mención especial al acierto de implementar una pulsera para los pagos de todo. Se llamaba “Sónar Cashless”. La recargabas en los puestos preparados para ello con tu método de pago habitual y se acabó el cargar con dinero encima, o más aún, la peligrosa tarjeta bancaria. Pagabas, te decían cuanto te quedaba y a correr.
Otra cosa que recomiendo encarecidamente son unos tapones auditivos. Me hice con unos en el propio festival de una marca española que promocionaban llamada “Earproof” y la verdad es que no me fueron nada mal para los 20€ que costaron. Cumplieron con su función correctamente: apantallar y destrozarme los oídos lo menos posible al estar expuesto varias horas al sonido. De hecho y a pesar de estar siempre lo más adelante posible, incluso llegué a casa sin el característico zumbido.
Y vamos con lo que más nos interesa: la música. Me quedé especialmente asombrado con el sentido de la puntualidad que tienen para todo. Cada artista salvo alguna pequeña excepción empezó a su hora puntalmente, con un descanso de 5 minutos entre artista y artista, incluso quitándole la mesa con el setup a los Djs, y trayendo otra sobre la marcha otro setup. Sin más esto es lo que vivimos. Lo siento, no soy muy amigo de las etiquetas, las sub-etiquetas y las sub-sub-etiquetas, pero son muy necesarias para describirlo todo de la mejor manera posible:
Sónar de Día Parte 1
SKYGAZE
No hay nada como premiar la música poniéndola en su horario más adecuado. Es así como se debería haber inaugurado y se inauguró la primera jornada del Sónar de Día, en el SónarVillage. Ya fuese con el sol en nuestras cabezas o refugiado a la enorme sombra con la garganta fría, la música del de Asturias se tornaba idónea. Un puzzle muy personal y muy variado con trozos de downtempo, ambient e incluso drum and bass. Todo muy fresco. Un “este soy yo y esta es mi música” en toda regla.
COLECTIVO MASCERO
O al menos dos de sus miembros más activos, OswaldoH y Woodhands, venidos desde la tropical ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Se notaba en el suelo que no vinieron solos, pues recibieron de vuelta el feedback de los presentes, en forma de movimiento de extremidades inferiores. Nos soltaron, así sin avisar, el resultado de un amplio diggin’ de raíces del dub, dubstep y grime, para terminar haciendo un repaso a todas las demás corrientes de la música bass inglesa e incluso del jazz atemporal que les permitieron sus dos horas de set. Se nos hizo corto y punto.
LEE GAMBLE
Ganas había de ver y escuchar lo que nos traía el inglés, ya que el EP “Kuang” me parece un indispensable. Y no defraudó, de hecho me sorprendió. Un directo bastante cañero, acompañado de unos visuales muy adecuados, con transiciones a 8 bits (sigo pensando si eran a propósito, y por lo visto es una moda ahora, la de las transiciones retro). Lo único que no permitió que la mente volase durante todo lo que duró el viaje fueron los fallos técnicos que lo interrumpían, que tenían pinta de ser un fallo de disco duro originado por las vibraciones del soundsystem, aunque solventados posteriormente. Los más pacientes y empáticos nos quedamos hasta el final en el SónarHall, y valió la pena, ya que el aterrizaje fue perfecto. Un live muy heterogéneo con el IDM como denominador común.
KASPER BJ
De vuelta al Village, con el césped a reventar de gente, me pude poner adelante del todo a escuchar bien el set del danés, que gozaba de buena fama. Efectivamente, y de nuevo perfecto para la tarde del jueves (bravo por los promotores del festival), era imposible parar de bailar con él (y él con nosotros, también hay que decirlo). Del disco al house, del techno al minimal o al deep, todo como quiso y cuando quiso ya que nos tenía a todos al son de su manejo de los CDJ. Una sesión muy limpia, que comenzó a unos 120-122 BPM y acabó con bastantes clásicos como el “The Sky Was Pink” de Nathan Fake. Por mi parte podría haber acabado de forma no tan fácil, pero nadie le puede negar su proeza.
AUTECHRE
Que conste en acta el privilegio que supone ver a este dúo tan añejo y respetado en directo, remiso de dar conciertos y de conceder entrevistas. Y cuando digo “ver” me equivoco, porque solamente se les escuchó. Cuando todas las actuaciones carecían de puerta de acceso, a ellos les colocaron una cortina negra en la entrada del SónarHall para que no se viese absolutamente nada y sólo se escuchase la música. ¿Lúmenes? ¿Qué es eso? Aquí por no haber no hubo ni visuales. La única luz, la de los móviles, muy pocos he de decir. La música: como ver una auténtica película de terror, en la que sabes que estás en tu casa refugiado en todo momento. Autechre te ordena un ritmo y luego te lo desordena y lo transforma en caos en segundos, lo deconstruye. No te quieren acostumbrar a nada. No hay manera de aprenderse de memoria su discurso, y por supuesto vete olvidándote de escuchar sus temas más conocidos, los cuales yo mismo me esperaba. La luz solo se encendió al principio de la actuación durante unos segundos, lo justo para comprobar que habían humanos tras las máquinas que escupían IDM, y luego ya se apagó para siempre. De nada sirvió que cerraras los ojos, la penumbra te invadiría igualmente.
LARRY GUS
¿Recuerdas la sensación de estar cantando en la ducha o bailando en casa mientras limpias, dándolo todo porque nadie te ve ni escucha? Pues imagina lo mismo pero con un público rendido a tus pies…¡o a tu demencia! Cantar, loopear gritos en vivo, golpear un tom como si le hubiera hecho algo, crear y secuenciar un ritmo sobre la marcha y todo lo que al griego se le pasara por la cabeza,bastó para hacernos bailar con una sonrisa. Imposible salir de aquel SónarDôme sin que se te contagiara su locura. Lo mejor vino cuando bajó a bailar con nosotros, originando un pogo con la misma facilidad que subía de nuevo al escenario saltando a cantar acapella… Sin duda alguna Larry sudó la camisa para tenernos en la palma de su mano, literal.
OSSIE
Tenía en el punto de mira la ardua tarea de mantenernos en el aire tras la actuación anterior y vaya si lo logró. El 4×4 y la bandera de Inglaterra junto a la de África se dieron la mano desde el primer hasta el último track del ex-alumno de la Red Bull Music Academy. Todo un despliegue housero con toques muy muy de por allá, e incluso algún ramalazo trap fue lo que nos ofreció Ossie para que continuásemos con nuestro disloque de caderas. Sin tener la miradq puesta únicamente en las típicas y tan poco producentes “novedades obligatorias del mes”, salieron a la palestra tracks de hace unos años como el “Only Love Can Say Me” de Chocolate Puma . “Venga, hacia arriba y ahora hacia abajo, y ahora otra vez hacia arriba…”, pues sí, lo siento pero no encontré un sinónimo mejor para la calificación que “montaña rusa”. La última bala de la recámara fue el “Deep Down Low” de Valentino Khan, ya con la pista rendida a sus pies.
DORIAN CONCEPT
Sin dejar de afirmar que son una gran formación, con un gran talento y una música muy mágica, por esta vez ni la hora ni la localización se tornaron ideales para disfrutarlos en todo su esplendor. Empezaron con “Ann River, Mn” y sinceramente no se cómo acabaron ya que no me quedé hasta el final. Además sufrieron algún fallo técnico con el MIDI, según sus propias palabras. Siguen siendo un gran grupo, con una música más que recomendable si te quieres evadir de tu rutina diaria. Estoy seguro de que los volveré a ver, tarde o temprano pues me quedé con la espina clavada. Por favor, la próxima que sea en un recinto más adecuado (¿cerrado y con menos aforo?).
FLOATING POINTS
¿Puede un neurocirujano ser DJ? ¡Pues claro que sí! Y no hablamos sólo de bisturí, sino de la precisión quirúrgica de unir funk, con soul, con jazz, con house y con todo lo que se le ocurra. Expresando su musicalidad en clave de 7”, empezó muy animado con clásicos del funk y el disco como “Take Me I’m Yours” de Mary Clark o el “Do What You Wanna Do” de T-Connection. Posteriormente nos llevó poco a poco al terreno más pistero con cosas de Kings Of Tomorrow o producciones propias. Vamos, que hizo con nosotros lo que quiso. Enorme.
VALESUCHI
Flechazo inmediato. Nos perforó el corazón con una descarga muy elegante de techno y house a 120-124 pulsaciones por minuto. Por si eso no fuese poco, sacaba a relucir su magia creando secuencias rítmicas en vivo con un Korg Electribe S1, entre temazo y temazo. Tal era su descarga que no paró de bailar ella tampoco, acompañándonos en aquella danza ritual que finalizó en cumbia, por si lo anterior se hiciera poco. Una maravilla, los aplausos fueron más que merecedidos. Ganas de repetir.
BOMBA ESTÉREO
Y llegó la “Elegancia Tropical”, como reza su penúltimo disco y con “Amanecer” recién salido del horno y el cual también promocionaron con cortes como “Caderas”, “Somos dos” o “Fiesta”, Liliana Saumet nos hizo mover las mismas a su antojo. Un directo muy muy ecléctico, como todos sus largos, aunque algo más funky de lo habitual (el Village presta a ello). Como siempre, trazos de hip hop, de cumbia, moombahton e incluso de trap fue lo que nos regalaron. Sangre cálida para los últimos rayos del sol de la tarde.
THE BUG
Aún me pregunto cómo es posible que el SónarHall no se derrumbara ante aquella tormenta que descargaba rayos con forma de frecuencias subgraves. Kevin le permitía un descanso a tu columna vertebral cuando le venía en gana, acompañado por sus sospechosos y a la vez habituales MCs. Un directo muy energético donde soltaron sartenazos como “Poison Dart” o “The One”. Nos trasladaron durante una hora a los suburbios de Londres. En definitiva, el perfecto resultado para terminar el último de los conciertos del Hall, no vaya a ser que se cayera y no pudieran hacer más ante semejante potencia sonora.
